miércoles, 30 de julio de 2008

Estuve toda la mañana sin Internet en el laburo, la abstinencia me mató. Me sentía igual que cuando tengo que hacer ayuno, y sé que no tengo que comer y me agarra hambre, la desesperación de la privación.
En las cinco horas que pasé desconectada del mundo, me acordé de igual cantidad de cosas que si o si tenía que revisar, confirmar o consultar en linea; por supuesto que ahora me olvidé de todas, pero eso no quita que en su momento me era urgente verlas.
Ahora que ya todo volvió a la normalidad, el recuerdo de esta mañana se pone borroso, hasta la próxima vez que se corte Internet, y la desesperación vuelva a aflorar.

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