miércoles, 7 de enero de 2009

Al final, fui a la casa. Ni me dejo fumarme un cigarrillo, que empezamos a besarnos como dos adolecentes mal. Al principio, como siempre, fue medio raro, me golpee la cabeza contra un mueble, se me atoraron los jeans, etc, etc.
Lo importante, como dijo mi psicóloga, es que tuve mi cambio de aceite.



(A veces, por la forma que pienso y escribo, creo que tendría que haber nacido hombre)